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Marcelo Figueiras en El Cronista: “Hay una economía dolarizada en sus costos y uno vende en pesos”

Por JUAN MANUEL COMPTE

En diciembre, Laboratorio Richmond abrió su capital en la Bolsa porteña. Recaudó $ 524 millones, por el 17,5% de sus acciones. Unos u$s 30 millones, al tipo de cambio de esos días. Casi un año después, la realidad es muy diferente a la proyectada en su business plan. “Pudimos cumplir con lo anunciado, aunque con variantes y algún retraso. Estamos esperando a que pase la tormenta para seguir con los planes de expansión”, resume su presidente, Marcelo Figueiras.

-Visto en retrospectiva: ¿salió a tiempo con el IPO?

Los tiempos fueron más internos. Nos preparamos durante muchos años para que la empresa estuviera en condiciones de ser abierta. Decidimos salir a bolsa porque el nivel de escala de nuestro proceso de expansión excedía lo que puede ser la financiación de cualquier mercado. Para el apalancamiento que necesitábamos, no daba nuestra capacidad prestable en el sistema financiero. Después, vino todo lo que vino. Y es una lástima: teníamos planes de seguir incorporando capital.

-Con la devaluación, ¿quedó corto el capital levantado?

Mantener el valor adquisitivo de lo recaudado es toda una ciencia. Más, en la Argentina. Pudimos defender el dinero de los accionistas. Terminamos las adquisiciones de Colombia, Paraguay, Chile. Y empezamos a construir la planta nueva, de Pilar.

-¿En qué recalculó?

En el problema que tienen todos: hay una economía dolarizada en sus costos y uno vende en pesos. El no contar con una moneda local le complica la existencia a las empresas. Las hace mucho más vulnerables. No se resuelve con una devaluación. Te pone un dólar competitivo. Pero, al poco tiempo, por la inflación, los costos se recuperan: es lo mismo tener un dólar a $ 40 que a $ 9 hace tres años.

-El ciclo histórico de la economía argentina…

Ocurre porque nunca hubieron tasas positivas. El argentino no es muy propenso a ahorrar en su moneda porque la historia le indicó que, siempre, perdió. Lamentablemente. Mi papá me hacía juntar estampillas. Pero resulta que el día que fui a ver si eso tenía algún valor… Ya desde muy chico tuviste frustraciones. Le contaba la anécdota hace poco a una autoridad del Banco Central. “Porque podés ser la mejor persona y el economista más capacitado, creo que lo que me decís es lo que pensás de verdad. Pero no voy a actuar en consecuencia”, le dije. Y eso le pasa a todo el mundo.

-Desde la empresa, ¿cómo se capea contra eso?

Exportando. Hoy, son el 10/15% de nuestros ingresos. Tenemos que llegar al 50%, urgente. En eso se basa la construcción de nuestra nueva planta. Nos va a permitir exportar. Después, por suerte, en el mercado interno, incrementamos ventas con productos nuevos. Y en unidades, no en precios. En eso, no seguimos a la inflación.

-¿Cómo? Los insumos farmacéuticos son en dólares.

Eso repercutirá en el balance. Habrá una pérdida enorme por diferencia de tipo de cambio. Pero los proveedores, que nos conocen de toda la vida, dan facilidades. Proponen pagos en cuotas, o a seis meses. Así, la rueda nunca se para. Uno logra calmar un poco las cosas. Si no, sería imposible.

-¿Por qué?

Con el nivel de tasas e inflación de hoy, es muy difícil trabajar. Perduran empresas argentinas porque somos argentinos y ya la vivimos varias veces. Pero lo que más me preocupa son algunas decisiones, que parecen pequeñas, de coyuntura, pero afectan mucho. Nosotros, por ejemplo, desarrollamos un producto, que nos cuesta muchísimo dinero. Con ese producto, le generamos una importante reducción de costos al sistema de salud. Pero, de repente, a dos años de tenerlo en el mercado, y de haber bajado 80% el precio que se pagaba antes, se decide, por una situación coyuntural, importar uno mucho más barato, de un país que no arrastra mis mismos costos. Algunos ministros o asesores te dicen: “Si no podés competir, fundite”. Es poco serio; una tomada de pelo. Que puedas competir en servicios o MercadoLibre, no significa que te enamores sólo de esas empresas y pretendas que el resto tenga que seguir la misma lógica. No es así. Definime qué es competencia, con quién querés que compita. Porque hay muchas cosas que, para mí, son sobrecosto porque me las exige el propio Estado.

-¿Hay un reduccionismo en la visión del empresariado que tiene el Gobierno? ¿Como si todos fueran o los entrepreneurs innovadores o la Patria Contratista?

Yo no quiero prebenda, dinero, nada. Que me dejen trabajar, crear empleo. Definamos qué es competencia, qué es estratégico, qué no. Rescato de este gobierno que hay mucho diálogo. Entonces, intento hacerles entender que se pegan un martillazo en el dedo. Hay decisiones en las que debería priorizarse el nivel de empleo. Pero me preocupan aquellos que están convencidos y te dicen: “Fundite”. Por suerte, el ministro (Dante) Sica es alguien que sabe perfectamente de lo que habla. Está bien que una cosa es estar afuera y opinar, y otra, encontrarse en el medio de la batalla. Pero Sica la tiene recontraclara. Ojalá pueda desarrollar la fortaleza de la industria local. Sin prebendas, ni protección. Nada más, definiendo qué es competencia.

Nota: El Cronista, 5-11-2018

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