El presidente de Laboratorios Richmond valora las respuestas que están dando la industria farmacéutica y el sistema científico argentino a los desafíos de la pandemia, y subraya que el recurso humano de nuestro país está a la “altura de los mejores del mundo”.
Por Mariano Roca.
En una larga conversación con DEF, el presidente de Laboratorios Richmond, Marcelo Figueiras, se mostró muy entusiasmado con el rápido avance que está teniendo la fabricación local de los dos componentes de la vacuna Sputnik V. “Logramos, en muy poco tiempo, terminar todo el proceso y llegar a tener ya más de 10 millones de vacunas producidas y casi 5 millones entregadas”, especificó.
Richmond es el único laboratorio de capitales argentinos que cotiza en Bolsa. A través de una oferta pública, obtuvo este año financiación por 85 millones de dólares, que serán destinados al fideicomiso del Proyecto V.I.D.A. (“Proyecto de Inmunización para el Desarrollo Argentino”). Consiste en la construcción de una nueva planta en el Parque Industrial de Pilar, donde ya funcionan otras dos unidades de la empresa.
“Necesitamos tener un hub nacional de vacunas para estar cubiertos frente a futuras pandemias, para tener nuestro propio desarrollo y, también, para exportar al mundo y generar divisas”, señaló y agregó: “A capacidad plena, nuestra nueva planta de vacunas nos va a permitir producir unos 500 millones de dosis, con lo cual vamos a tener al mundo como mercado”.
“La tragedia que representó la pandemia nos abrió los ojos para tomar conciencia de que la industria farmacéutica es absolutamente estratégica”, opinó. Con respecto a la Argentina, se mostró satisfecho de nuestra respuesta frente a los desafíos del coronavirus: “La industria estuvo al nivel y quedó demostrada nuestra capacidad científica, que está a la altura de las mejores del mundo”.
EL DESEMBARCO DE LA SPUTNIK V
Partha Reddy, médico indio con el que Figueiras tiene un vínculo muy estrecho desde hace 25 años, fue clave en el primer acercamiento de Richmond al Instituto Gamaleya, de Moscú, y a la vacuna rusa.
-¿Cómo fue la llegada de la Sputnik V a la Argentina?
-Hetero (laboratorio fundado y conducido por Partha Reddy) adquirió la posibilidad de la transferencia de tecnología de la vacuna rusa Sputnik V. Si bien el Instituto Gamaleya es un centro de investigación de excelencia a nivel global, no es un fabricante mundial de productos medicinales. La parte científica estaba resuelta y también hay producción de vacunas en Rusia, pero al haber una gran demanda internacional, Gamaleya hizo un acuerdo con Hetero. Y Hetero nos convocó.
A través de ellos, llegamos al Fondo Ruso de Inversión Directa. Primero, acordamos una carta de intención por la cual nosotros íbamos a recibir de Hetero la transferencia de tecnología. Es decir, Gamaleya le transfería a Hetero y Hetero nos transfería la tecnología a nosotros.
-¿De qué manera se decidió la producción local?
-Cuando la pandemia se aceleró y comenzó a haber falta de vacunas, lo que se nos propuso fue hacer la fase final de la producción acá. Eso también tenía un componente de transferencia de tecnología, desde el filtrado, el formulado, la fase final del proceso y el control de calidad, que se va haciendo en paralelo. Mientras encaramos la construcción de la nueva planta de vacunas, buscamos una planta de uno de nuestros terceristas, MR Pharma, de manera de poder aislarla para dedicarla exclusivamente a las vacunas.
Ellos, con mucho patriotismo, nos cedieron la planta ubicada en Tortuguitas. Se la alquilamos y trasladamos a nuestro personal a trabajar allí. En muy poco tiempo, logramos terminar el proceso de producción.
-¿A qué se debió el retraso en el suministro de las segundas dosis?
-Hay una combinación de factores. Por un lado, es un tema netamente productivo porque en Rusia se hizo más hincapié en la dosis 1, hoy llamada “Sputnik light”. Ya de por sí, es una vacuna y en los estudios clínicos ha dado muy buenos resultados. Ahora bien, frente a las nuevas variantes del virus que fueron apareciendo, la segunda dosis era la que aumentaba los anticuerpos y la respuesta. En cuanto a la producción, el ciclo de fermentado del componente 2 es mucho más largo.
-¿Cuál es la importancia de la nueva planta que Richmond está construyendo?
-Hace mucho tiempo, nosotros habíamos hablado con el doctor Reddy sobre la posibilidad de construir en Argentina una planta para productos biotecnológicos destinada a toda la región, donde ellos pudieran descargar producción, el fermentado y la transferencia de los bancos celulares para hacer todo el proceso productivo acá. Cuando surgió el tema de la vacuna, lo incorporamos y la planta va a ser de un tamaño mucho más grande.
Si la vacuna contra el COVID-19 llegara a formar parte de un calendario de vacunación anual, se va a requerir una capacidad productiva que hoy no existe. Por eso, tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la Organización Panamericana de la Salud (OPS) están buscando plantas nuevas. Nosotros estamos siendo convocados por laboratorios estadounidenses, europeos y por el fondo ruso para producir acá las vacunas.
ARGENTINA, UN IMPORTANTE POLO FARMACÉUTICO
-Una característica del sector farmacéutico argentino es la fuerte presencia de laboratorios nacionales. ¿Cómo conviven en el mismo mercado con los grandes actores globales?
-Argentina tiene un sector farmacéutico muy importante, con laboratorios muy fuertes que han invertido e investigado mucho. Los laboratorios nacionales tienen una porción de mercado más grande y una participación mayor que los laboratorios extranjeros en cuanto a unidades de producto. La convivencia es muy buena.
-A pesar de los vaivenes de la economía, el sector farmacéutico no ha sufrido la extranjerización que se ha visto en otros sectores de la economía. ¿Por qué?
-Por suerte, si bien ha habido algunas ventas y adquisiciones, no se produjo la extranjerización de los principales laboratorios argentinos, que son propiedad de familias tradicionales. Nosotros nos incorporamos a la mesa de la Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos (CILFA) y participamos muy activamente. Todos tratamos de hacer investigación básica, crear riqueza, desarrollar nuevos productos y aumentar las exportaciones.
-¿Es factible cumplir el objetivo de CILFA, de duplicar las exportaciones del sector farmacéutico argentino en los próximos diez años?
-Hoy tenemos laboratorios que están exportando a EE. UU. materias primas que se producen en Argentina. Otros que están exportando a Europa, al sudeste asiático y al norte de África. Hay una gran posibilidad. Debemos tener un diálogo con el Estado para no generar trabas. Con las restricciones cambiarias y las limitaciones que existen, se hace muy difícil.
Tengamos en cuenta que esas exportaciones generan dólares. Yo creo que el Gobierno tiene la intención de solucionar estos problemas y entiendo que es muy difícil resolver hoy estas cuestiones. Lo que deberíamos evitar es que lleguen productos de rezago de afuera a muy bajo costo. Si no, va a ser imposible que podamos seguir sustituyendo importaciones de productos que son carísimos y cuyos precios, con el desarrollo nacional, hemos logrado bajar fuertemente.
-¿Qué porcentaje representan, en el caso de Richmond, el mercado interno y las exportaciones?
-Hoy las exportaciones representan 15 %, pero tenemos un claro objetivo: llegar al 50 %. Estamos en pleno proceso de regionalización. Hemos comprado un laboratorio que tiene planta farmacéutica en Colombia. Tenemos oficinas y empresa propia en Paraguay, en Chile y estamos explorando otros mercados, como México y Perú. Además, exportamos al norte de África, al sudeste asiático y, a partir de la nueva planta, estamos abriendo nuevos mercados y tenemos productos para registrar en Europa.
-¿Cómo está el país en materia de formación de recursos humanos para la industria farmacéutica? ¿Cómo participan ustedes?
-En Argentina, tenemos un capital humano espectacular, que debemos aprovechar. Y quizá los jóvenes se den cuenta que este es un camino también para el idealismo, para salvar al mundo de futuras pandemias. Nosotros, por ejemplo, estamos colaborando con las becas Sadosky, dirigidas a estudiantes de ciencias duras.
Y acabamos de inaugurar un aula científica con la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), a la que concurren hijos de trabajadores de distintos sindicatos.
Primero estará ubicada en Buenos Aires y luego se trasladará a nuestra planta industrial de Pilar. Ahí los estudiantes van a tener la posibilidad de aplicar todo lo que estudian desde la teoría y volcarlo en el laboratorio. Esto va a ser muy motivador para nosotros y para ellos, el hecho de estudiar en el laboratorio que está produciendo una de las vacunas.
*La versión completa de este texto está en la edición papel 140 de DEF.
Publicado en Infobae, 06-11-2021.